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El anticlericalismo en la reciente historia de España

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Fusilando el Sagrado Corazón. Cerro de los Ángeles (Getafe, España)El anticlericalismo ha sido -y es- la actitud que, en determinados momentos históricos, se convierte en militancia activa, de oposición y beligerancia contra el clericalismo y la Iglesia. Es la decidida actitud de quienes alientan, sectaria y resueltamente, la secularización e incluso la laicización del Estado y de toda la sociedad. Es la radical posición de quienes pretenden desacralizar el mundo y la existencia.

Frente al clericalismo se han situado históricamente todos aquellos que alentaban la secularización y veían el principal obstáculo para alcanzar ese objetivo en el inmoderado afán intervencionista de la Iglesia sobre las estructuras de poder y sobre las conciencias. Bajo la bandera anticlerical se han acogido tanto un anticlericalismo burgués y republicano, de gran solera y rotundidad, como un anticlericalismo obrero, socialista o anarquista, con un discurso en parte propio, en parte tomado en préstamo.

El anticlericalismo republicano no se tradujo en la elaboración de una doctrina específica y sistemática que sirviera de instrumento político eficaz y que alejara la cuestión del terreno pasional al que era tan proclive. Separación de la Iglesia y el Estado, escuela laica y secularización del matrimonio, el registro y el cementerio parecían ser los puntos principales y comunes al anticlericalismo republicano. Este programa secularizador estuvo acompañado por la realización de múltiples gestos de irreligión, de manera que terminó siendo en muchas ocasiones oscurecido por tales gestos, con la desaprobación del republicanismo más moderado. La irreligión caía a menudo en el anticlericalismo más tópico y visceral; pero la supervivencia del republicanismo y la vulgarización de su programa secularizador habían de pasar por este tipo de manifestaciones halagadoras de una cultura anticlerical profundamente arraigada en muchos grupos sociales. De este modo, las propuestas secularizadoras enlazaban con toda una tradición de anticlericalismo popular, produciendo el tal vez principal argumento configurador del discurso populista, en alza dentro del republicanismo español.

Por su parte, el anticlericalismo obrero era patrimonio de socialistas y anarquistas. Los primeros quisieron mantener a toda costa la originalidad de su anticlericalismo, evitando cualquier demostración que los confundiera con la que estimaban demagogia burguesa, ya que estaban convencidos de que su enemigo principal no era la Iglesia, sino el capitalismo. Sin embargo, no siempre lograron ese anticlericalismo autónomo y practicaron también el género grueso y vulgar de los demagogos que criticaban. A partir de 1909, coincidiendo con su conjunción con fuerzas burguesas, se incorporaron definitivamente a las manifestaciones anticlericales comunes a toda la izquierda. Los anarquistas, por su parte, concedían mucha mayor importancia a aspectos que los socialistas consideraban secundarios, y así cultivaron con entusiasmo el antiteísmo y el anticlericalismo, llevando hasta sus últimas consecuencias los presupuestos antirreligiosos sentados por el republicanismo federal y radical, del que fueron, la mayoría de las veces, un simple apéndice. En definitiva, el anticlericalismo obrero -por “contagio” o “competición”- siguió muchas veces la vía que le marcaba el anticlericalismo burgués, llegando a rebasar a éste, en ocasiones, en virulencia.

Formas menores, pero en absoluto despreciables, de expresar y ejercer el anticlericalismo fueron el protestantismo, el librepensamiento y la francmasonería. Algunas de ellas tuvieron incluso un importante papel en la vida ciudadana, como el que desempeñaron las logias en la promoción de la escuela laica. Pero el protestantismo, por su debilidad cuantitativa y cualitativa, el librepensamiento, por su escasa vertebración y la francmasonería, por su superposición ideológica a iniciativas de carácter menos secretista, cedieron relevancia en la conducción del movimiento secularizador a los partidos que hicieron del anticlericalismo su estandarte.

Fuente: Análisis Digital