La esperanza de vida en África deja mucho que desear. Sobre todo si uno es cristiano…
Nigeria es un país sorprendente. Por una parte, es el Estado más poblado de África: con más de 150 millones de habitantes, es tan poblado como México y España juntos. Por otro lado, alberga una diversidad religiosa poco común: además de creencias animistas aún practicadas por una minoría (10%), el país se divide más o menos igualmente entre musulmanes (50 %) y cristianos (40 %). Éstos últimos se dividen a su vez entre anglicanos (17 millones), católicos (19 millones) e iglesias evangélicas (entre 30 y 35 millones).
Hasta 2009 este mosaico de religiones y culturas lograba de algún modo vivir en paz. Pero desde hace dos años y medio se está desencadenando una persecución sangrienta. En 2011 la secta islamista Boko Haram mató por lo menos a 510 personas, entre policías, autoridades civiles y cristianos. Entre otros ha detonado bombas el día de Navidad en la iglesia católica St. Theresa Catholic Church, en Madalla, matando a 35 personas. Estos primeros meses de 2012 son el culmen de la crisis. Desde el 4 de enero los cristianos son víctimas de un ultimátum que les obliga a abandonar el norte del país so pena de muerte.
Sin embargo, no hay que exagerar. Los terroristas representan una minoría insignificante a escala nacional. La mayoría de los musulmanes condena firmemente esa ola de violencia.
Por otra parte, la cuestión religiosa se encuentra mezclada con motivos anticolonialistas y económicos. Los guerrilleros de Boko Haram confunden cultura occidental y religión cristiana. Antes de la colonización británica la élite musulmana del norte dominaba a los animistas del sur y de la costa, que eran a veces sus esclavos. Hoy, es al contrario. Los sureños se convirtieron en los líderes y empresarios del país, en parte gracias a las escuelas de los misioneros europeos. El norte se ha quedado atrasado. De hecho, Boko Haram suele reclutar sus terroristas entre los alumnos de maestros itinerantes anacrónicos que enseñan el Corán como si no existiese ningún otro libro.
También hay que subrayar el influjo de Al Qaeda sobre Boko Haram. Aunque la secta nigeriana empezó de manera independiente, no podría sobrevivir sin el apoyo del terrorismo global. Se supone que recibe sus armas desde Libia y sus propios miembros se llaman los “talibanes de Nigeria”. ¡Curiosa manera de aprovechar una mundialización que pretenden odiar!
El peligro de la venganza es una triste realidad. El 6 de enero 200 jóvenes cristianos armados con hachas y cuchillos hirieron a unos 50 musulmanes en un ataque en Sapele, en el sur del país. Los enfrentamientos al interno de cada religión son otro hecho lamentable.
¿Qué concluir? ¿Desesperarse? Si uno es cristiano, sólo puede dar gracias a Dios que la lista de los mártires siga alargándose como un río a través de la historia.
29 de diciembre 1170: los caballeros del rey Enrique II asesinan a Tomás Becket en la catedral de Canterbury. 5 de febrero de 1597: 26 cristianos mueren crucificados por su fe en Nagasaki. 18 de agosto de 1936: mueren martirizados los dos últimos sobrevivientes de los 51 religiosos claretianos de Barbastro, encarcelados por odio a la fe. ¿Quién nos impide añadir a esta lista los 35 fieles asesinados el 25 de diciembre de 2011 en Madalla? Los mártires son la gloria de la Iglesia. Sanguis martyrum, semen christianorum.
Fuente: Análisis y Actualidad, boletín del 24 de abril de 2012