En una carta pastoral, publicada el 19 de junio, con motivo de la consagración de España al Corazón de Jesús, el obispo de Almería, España, Adolfo González Montes denuncia que existe una campaña contra los signos religiosos que va en contra de la libertad religiosa.
En su carta, el prelado recuerda que se han cumplido noventa años de la consagración de España al Corazón de Jesús e invita a todos los diocesanos a "renovar la consagración de la vida personal y comunitaria de nuestra Iglesia al Corazón de nuestro Salvador".
Al hacerlo así, añade, "no pretendo reivindicar con ello ningún tipo de confesionalismo, sino alentar la vida cristiana de la comunidad eclesial diocesana poniéndola al amparo del amor de Aquel que nos ha amado hasta la cruz".
Rememorando la agresión sufrida por el monumento al Corazón de Jesús durante la Guerra Civil Española en 1936, afirma que "de nuevo ahora se ha emprendido una campaña contra los signos religiosos".
"¿Qué sentido puede tener la eliminación de imágenes y signos religiosos en una sociedad que hoy quiere ser abierta y plural?", se pregunta, y añade que "la tolerancia no se construye sobre la previa aniquilación de los signos de la fe, sino sobre su respetuosa aceptación como expresión de las creencias y de la fe religiosa que ha dado vida a la historia de las comunidades de los pueblos y a las naciones".
Monseñor González Montes afirma que "contra la ideología del laicismo actual, que se opone tenazmente a la pervivencia de la simbología católica en ámbitos públicos, es preciso reafirmar la libertad religiosa reconociendo lo que significa".
"Libertad religiosa no sólo es libertad de creencias y convicciones -afrma-, sino libertad de practicar la religión, que se expresa, ciertamente, en ritos, pero que incluye además y de forma sustantiva, para poder mantenerse como libertad de religión, modos y maneras de conducta personal y pública que identifica a una colectividad religiosa".
Asímismo indica que no se puede "ignorar que las religiones se manifiestan en ámbitos geográficos que delimitan la historia de las naciones", ni afirmar que las "creencias y convicciones" han de contar todas con el mismo estatuto. Esto para el obispo "es contrario a la sociología y la historia de los pueblos, porque es ignorar deliberadamente el significado histórico y social de cada religión".
"No significa negar libertad a las demás confesiones, ni menos todavía los derechos individuales de las personas, sino tratar cada cosa según su realidad. Es preciso tratar del mismo modo realidades iguales, pero no se puede tratar por igual realidades desiguales. Lo pide el sentido de la justicia".
Y concluye pidiendo a todos los diocesanos "que honren personal y públicamente a Cristo, y le confiesen como verdadero Señor de nuestras vidas, a quien ofrecemos el homenaje de nuestro amor sin que con ello podamos responder a su amor crucificado por nosotros".