Las iglesias en México están “excluidas” y “marginadas” de “muchos espacios públicos”, porque no existe plena libertad religiosa, afirmó el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Carlos Aguiar Retes, y dijo que los “prejuicios” y “resabios” de las luchas decimonónicas “frenan” al país y lo “atan” al pasado.
En conferencia de prensa, señaló que si bien la Iglesia católica no cuenta con una iniciativa de reformas constitucionales en esa materia, propone modificar el término “libertad de culto”, planteado en el artículo 24 constitucional, por el de “libertad religiosa”, que es un concepto más amplio y respetuoso de los derechos humanos, dijo.
Al presentar la memoria de la celebración del 15 aniversario de las relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano, realizado el año pasado por la cancillería, el obispo de Texcoco reclamó más espacios públicos para las iglesias, vedados por la falta de libertad religiosa.
“Nuestra colaboración con las autoridades civiles de todos los niveles, federal, estatal y municipal, ha sido importante en años recientes, y podría serlo más en tareas que son comunes a iglesias y gobiernos; por ejemplo, cómo superar la injusta brecha social –que no acaba de detenerse– entre pobres y ricos”, dijo el prelado, quien estuvo acompañado por el obispo Leopoldo González, secretario general de la CEM.
Aguiar Retes, precisó que este reclamo “no es ninguna reivindicación que no se haya hecho antes”. Dijo que el camino recorrido hasta ahora, tras las reformas constitucionales del gobierno salinista, reconociendo, entre otras cosas, la personalidad jurídica de las iglesias, “ha sido positivo”, al ser tomadas más en cuenta en la construcción del tejido social, pero es insuficiente.
Aguiar Retes expresó su “optimismo y confianza” por el porvenir, pues las reformas constitucionales de 1992 fueron “lo más difícil, pues se estaba frente a una desconfianza y prejuicios más fuertes. “Lo que está por venir es más fácil que los escollos de antes”, dijo el prelado, quien fue nombrado obispo en 1997.
Señaló que los resabios no han sido totalmente superados, y prueba de ello es que se sigue pensando que cuando la Iglesia reclama estos derechos lo hace porque pretende el poder, cuando en el fondo de la exigencia está el respeto de los derechos humanos y que las iglesias no sean excluidas y marginadas de los espacios públicos. “Nosotros no estamos queriendo hacer que un obispo vaya a ser presidente de la República en el siglo XXII, de ninguna manera. Queremos que el Estado siga siendo laico, pero que caminemos hacia delante”, subrayó.
En un texto leído por el obispo González, en nombre del Episcopado, señaló que para la Iglesia católica la libertad religiosa significa la libertad de todo mexicano, incluidos los ministros de culto, de “vivir su fe en público y privado, de manera individual y asociada, en toda actividad y sector, sin más límite que el respeto a los derechos de terceros”.
Además, señaló que la libertad religiosa es el soporte más importante para garantizar el Estado laico, ya que cuando un Estado promueve la libertad religiosa, simultáneamente se mantiene al margen de imponer cualquier forma de religiosidad en su sociedad.
El auténtico Estado laico no se limita a tolerar las expresiones religiosas de sus ciudadanos, sino que las defiende, garantiza y promueve, porque reconoce que la fe en un ser superior fortalece la conducta ética y moral de los ciudadanos.
Desde la perspectiva del presidente de la CEM, México debe “actualizar” su visión de la libertad religiosa, como lo han hecho otros países –sobre todo de Europa–, y adaptar los tratados internacionales suscritos en la materia a la legislación nacional.
Artículo publicado en La Jornada, México DF, 29 de febrero de 2008.