Desde el comienzo de la guerra en Iraq en 2003, y especialmente desde el estallido de la guerra en Siria en 2011, Turquía se convirtió en el destino –o vía de paso– para cientos de miles de refugiados. Muchos de ellos cristianos provenientes de Iraq y de Siria, y muchos jóvenes, personas solteras, dispuestas a correr cualquier tipo de riesgos. A principios de noviembre, un barco que transportaba inmigrantes ilegales desde Turquía a Bulgaria naufragó justo después de entrar por el Estrecho del Bósforo, en su camino hacia Bulgaria.
La mayor parte de los refugiados termina en Estambul, la vasta metrópolis capaz de acoger a tantos pueblos.
“Es difícil saber exactamente cuántos cristianos hay, ya que ni el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ni las mismas Iglesias mantienen algún tipo de recuento de personas conforme a la afiliación religiosa. Acogemos a todos aquellos que están en necesidad y vienen a nosotros”, dijo Monseñor François Yakan, vicario patriarcal para los caldeos en Turquía, a la organización católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Muchos de los refugiados sueñan con comenzar una nueva vida en Europa o Estados Unidos. Pero eso puede llevarles mucho tiempo. Mientras tanto, en Turquía para los refugiados no existe el derecho oficial al trabajo.
“A veces tienen que esperar años, y esto es terrible para las familias que han quedado divididas y diseminadas en distintas partes del mundo. No puedo poner solución a todas las situaciones”, dijo el obispo, que trabaja en estrecha colaboración con la ONU, el gobierno turco y con asociaciones humanitarias tanto internacionales como locales.
Los principales países que ofrecen visas son Estados Unidos, Canadá y Australia. Europa ha cerrado sus puertas, excepto en circunstancias muy excepcionales, como sucedió este verano (2014) cuando Francia y Alemania abrieron sus fronteras a cristianos y yazidies expulsados por ISIS de Mosul y de otras ciudades de la llanura del Nínive.
Amer Bahnan llegó desde Mosul con su familia. Y lleva aquí 18 meses. “La vida se había tornado imposible para mi familia en Iraq. Fui primero a Siria, después al Líbano y finalmente llegué a Turquía”. Amer había sido sometido a cuatro operaciones de corazón. “Hemos estado viviendo en la calle desde 2008… Ya no sabemos adónde ir. En Iraq fuimos despojados de todo, robados; ya no tenemos casa; ni dinero; ni dignidad; ni nada”.
La mayoría de los refugiados vive en los suburbios, a las afueras de la ciudad, hacinados en bloques de departamentos alquilados, que comparten entre varias familias –muchas veces en condiciones antihigiénicas–. Una mujer cuenta su historia: “Soy viuda, y tengo cinco niños. Hace 16 meses que dejamos Duhok. La Embajada Americana acaba de rechazar mi aplicación”. Ahora quiere intentar ir a Canadá, donde ya están viviendo sus hermanos. Ninguno de su familia ha quedado en Iraq.
Los cristianos residentes no están en mejor situación
Se cree que son solo 100.000 los cristianos que viven en Turquía de modo permanente, una muy pequeña fracción del total de 75 millones de habitantes que tiene el país, en su gran mayoría musulmanes sunitas. La proporción de la población cristiana era mucho mayor, pero las cifras descendieron durante el genocidio armenio y los asesinatos en masa de cristianos siríacos ortodoxos entre 1895 y 1915, cuando millones de fieles perecieron. Todavía hoy, hay miles de iglesias y monasterios esparcidos a lo largo del país, muchos de ellos en ruinas y abandonados.
Hoy en día los cristianos en Turquía son considerados ‘extranjeros’ en su propio país, aun cuando existe libertad de culto. En los últimos años varios clérigos católicos y protestantes fueron asesinados. Hrant Dink, periodista turco de origen armenio, corrió la misma suerte. Defensor del reconocimiento del genocidio de los armenios, y activista a favor de los derechos de las minorías en Turquía, fue asesinado en 2007. Una parte importante de la opinión pública de Turquía sigue considerando a los cristianos como sospechosos de querer desestabilizar la nación.
Es en este marco que el Papa Francisco va a realizar su visita pastoral a este país del 28 al 30 de noviembre. Sin duda uno de sus objetivos será llamar la atención sobre el pasado cristiano turco, atestiguado por las ciudades de Éfeso y Antioquía, que desempeñaron un papel fundamental en la vida y en la misión de San Pablo. Asimismo el Pontífice estrechará aún más las relaciones con el mundo ortodoxo encontrándose con el Patriarca Ecuménico Bartolomé.
Artículo de Sébastien de Courtois, de Ayuda a la Iglesia Necesitada, y ha sido traducido del inglés por la Hna. María de Guadalupe Rodrigo, de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado, misionera en Alepo (Siria).