Religión y fundamentalismo

Una oración por la libertad

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El escritor musulmán más prominente de Italia se ha convertido al catolicismo. Mientras el Papa Benedicto XVI bautizaba a Magdi Allam durante un servicio de Pascua en el Vaticano, el foco de atención de la publicidad internacional molestaba al menos a un musulmán, Yahya Sergio Yahe Pallavicini, vicepresidente de Coreis, la Comunidad Religiosa Islámica de Italia. Él declaraba a los reporteros: "Lo que me sorprende es la elevada importancia que ha dado el Vaticano a esta conversión. ¿Por qué no podría haberse realizado en su parroquia local?... si verdaderamente Allam estaba movido por una inspiración espiritual fuerte, quizá habría sido mejor hacerlo delicadamente, tal vez con un sacerdote de Viterbo, en donde reside".

¿Por qué el ejercicio de un derecho humano básico, la libertad de credo, debe ser un asunto de delicadeza? Al manifestar en público sus quejas, Pallavicini agitaba una vez más el fantasma de la supremacía islámica que asusta cada vez más a Europa: según la ley islámica tradicional, los cristianos de un estado islámico deben ser sumisos y discretos, prescindiendo de campanas, procesiones y cualquier otro despliegue público, y siendo sencillos y cautos en sus prácticas religiosas con el fin de evitar ofender la delicada sensibilidad de los musulmanes. Sugiriendo a Allam que habría hecho mejor en convertirse lejos de las cámaras y los micrófonos, Pallavicini sugiere que todo esto forma parte de su propio equipaje mental: en un mundo perfecto puede que los cristianos practiquen su religión, pero tienen que hacerlo en privado.

El nuevo converso en persona, editor en funciones y columnista editorial del diario Il Corriere della Sera (y durante años feroz crítico de la ideología de la yihad y la supremacía islámica) convendrá en que esto forma verdaderamente parte de la postura que la ley islámica inculca a sus fieles. "A lo largo de los años" escribía mordazmente a propósito del islam en una carta al Corriere della Sera, "mi ánimo se ha visto liberado del oscurantismo de una ideología que legitima las mentiras y el engaño, y la muerte violenta que conduce al homicidio y el suicidio, la sumisión ciega a la tiranía”.

¿Debe Allam hoy vivir con miedo a esta ideología violenta? Sí. Allam tiene protección desde que manifestara en público apoyo a Israel, lo cual hace en términos bastante claros: en la práctica, después de que los yihadistas de Hamas realizasen amenazas de muerte contra él, titulaba su libro Viva Israel. Y ahora espera más, diciendo que probablemente recibirá "otra condena a muerte por apostasía".

La sentencia islámica de muerte por apostasía es muy real. Todas las escuelas de jurisprudencia islámica convienen en que los apóstatas tienen que ser ejecutados, y esta ley se remonta al dictamen legal del profeta musulmán Mahoma: "Quienquiera que cambie de religión, mátalo". El influyente jeque internacional Yusuf Al-Qaradawi, la eminencia detrás de al-Yazira e IslamOnline que se ha sido elogiado por el erudito islámico de la Universidad de Georgetown John Esposito por "reformista", insistía recientemente en la posición tradicional y referente de esta condena a muerte: "Los juristas musulmanes son unánimes en que los apóstatas tienen que ser castigados, pero difieren en cuanto a la determinación del tipo de castigo que hay que imponerles. La mayoría de ellos, incluyendo las cuatro escuelas principales de jurisprudencia islámica (Hanafi, Maliki, Shafi'i y Hanbali) así como las cuatro escuelas de jurisprudencia restantes (las cuatro escuelas chiítas de Az-Zaidiyyah, Al-Ithna-ashriyyah, Al-Jafariyyah y Az-Zaheriyyah) están de acuerdo en que los apóstatas tienen que ser ejecutados".

Teniendo en cuenta el peso de este dictamen tradicional, es extremadamente difícil que los reformistas islámicos hagan progresos, como bien sabe Allam. En su carta al Corriere, explicaba que también esta fue una de las paradas de su viaje hacia la conversión: "Me pregunté cómo era posible que aquellos que como yo sincera y audazmente piden un 'islam moderado', asumiendo la responsabilidad de exponerse a ser la primera persona en denunciar el extremismo y el terrorismo islámicos, acabaran condenados a muerte en nombre del Islam basándose en el Corán". No habría sido un resultado concebido por aquellos que han insistido en que los elementos del Islam que utilizan los yihadistas para justificar sus violentas acciones son en el mejor de los casos accesorios de la propia fe.

No obstante, Allam dio este paso completamente consciente: "Me doy cuenta de a lo que me estoy enfrentando, pero haré frente a mi destino con la cabeza alta, la espalda recta y la fortaleza interior de alguien que está seguro de su fe". Y su motivo de preocupación son los demás conversos: también en su carta al Corriere, Allam recordaba que "gracias a una de esas 'casualidades' que insinúan la discreta mano del Creador, el primer artículo que escribí para el Corriere, el 3 de septiembre del 2003, se titulaba 'Las nuevas catacumbas de los conversos islámicos'. Era una investigación de los conversos musulmanes recientes al cristianismo en Italia que condenan su profunda soledad espiritual y humana frente a las evasivas instituciones estatales que no les protegen y el silencio de la propia Iglesia". La situación no ha cambiado desde entonces: "Miles de personas en Italia se han convertido al islam y practican su religión con serenidad. Pero también hay miles de musulmanes que se han convertido al cristianismo viéndose obligados a esconder su nueva religión por miedo a ser asesinados por terroristas islamistas”.

Allam elogiaba al Papa Benedicto por bautizarle en público de la manera que condenaba Pallavicini, porque al hacerlo, decía, el Pontífice "envía un mensaje explícito y revolucionario a una iglesia que hasta la fecha ha sido demasiado cauta en el asunto de la conversión de los musulmanes... por miedo a ser incapaz de proteger a los conversos, que están condenados a muerte por apostasía".

Tal vez la conversión de Magdi Allam anuncie el final de este vergonzoso silencio y miedo, y suscite la recuperación de un poco de autoconfianza por parte de Occidente -- como esos estados europeos -- y la Iglesia proteja con mayor celo a estos nuevos conversos, reconociendo en su conversión la expresión de uno de los derechos humanos fundamentales cuestionados hoy por la yihad global.

Ni siquiera eso sería un regalo de Pascua comparable al regalo que recibía la semana pasada Magdi Allam. Pero para todos aquellos que piensan en la libertad de credo como un derecho humano fundamental, será un rayo de esperanza.

Fuente: Diario de Las Américas, 2 de abril de 2008.

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