Ejecutados tres católicos en Indonesia, acusados de intervenir en los graves disturbios religiosos entre cristianos y musulmanes de 1998 a 2001, después de un proceso irregular.
Han sido fusilados a las 01.10 del viernes, hora local los tres católicos de Poso (Indonesia) condenados a muerte en medio de procesos judiciales que suscitan serias dudas. Los periodistas no han podido seguir el acontecimiento, aunque por el despliegue de medidas de seguridad, personas del lugar consideran que la ejecución tuvo lugar en el aeropuerto de Mutiara, en Palu.
El padre Jimmy Tumbelaka, orientador espiritual de los tres condenados, también ha confirmado la noticia a AsiaNews.it. Numerosas manifestaciones de protesta estaban teniendo lugar tras anunciarse la ejecución en varios puntos de Indonesia. Fabianus Tibo, Dominggus Da Silva y Marinus Riwa fueron condenados por su supuesta implicación en la muerte, hace seis años, de 200 musulmanes en el contexto del enfrentamiento interreligioso que ensangrentó las islas indonesias Célebes. En su conjunto, los sangrientos enfrentamientos de Poso -1998 a 2001- entre cristianos y musulmanes costaron la vida a más de dos mil personas.
Condenados desde el año 2000, los tres católicos vienen pasando por sucesivos aplazamientos de su ejecución, el último el pasado 12 de agosto; la víspera Benedicto XVI intervino ante el presidente de Indonesia solicitando un gesto de clemencia a favor de los tres condenados a la pena capital. «El caso de “Tibo y compañeros” ha atraído la atención internacional -recordaba en días pasados AsiaNews.it-: el proceso que les ha llevado a la pena capital ha estado viciado de procedimientos ilegales, como testimonios no escuchados y pruebas no aceptadas por los tribunales».
Igualmente se denunció muchas veces que la vía judicial se recorría marcada por intimidaciones a gran escala de extremistas islámicos
Tibo y Riwa pidieron recibir sepultura en el pueblo de Beteleme en Morowali, Poso. Da Silva pidió ser enterrado en su pueblo natal, en la provincia de Nusa Tenggara Este.
«Dejad que de mi cuerpo se ocupe mi familia, no la Oficina del fiscal», pidió Tibo. Según Usman Hamid, director de la Comisión de Desaparecidos y Víctimas de Violencia (conocida como «Kontras»), «matando a los tres el Estado viola los derechos humanos e impide que se arroje luz sobre los verdaderos responsables de aquellos enfrentamientos».
El obispo de Atambua ha pedido no dejar espacio a la venganza, después de la ejecución de tres católicos, condenados a muerte en un proceso plagado de dudas, en la provincia indonesia de East Nusa Tenggara (NTT). La Santa Sede ha calificado el fusilamiento como una «una noticia sumamente triste y dolorosa».
Tras la ejecución de Fabianus Tibo, de 60 años, Marinus Riwu, de 48, y Dominggus da Silva, de 42, manifestantes se echaron a las calles y, en la ciudad de Atambua, de mayoría católica, entraron en la cárcel y liberaron a 200 presos. Asaltaron también con piedras la casa y la oficina del Fiscal local. Para calmar a las tensas manifestaciones de protesta intervino personalmente el obispo de Atambua, monseñor Anton Pain Ratu, lanzando un llamamiento a la calma. El obispo de Palu, ciudad de la ejecución, monseñor Joseph Suwatan, pidió a los fieles que garantizaran el orden público.
Robert, hijo de Tibo, dijo a la muchedumbre enfurecida: «Mi padre, antes de morir, pidió que no vengaran su muerte, dijo que teníamos que perdonar».
Al conocer la noticia del fusilamiento, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, reconoció que era «sumamente triste y dolorosa». «Cada vez que se aplica una pena capital, supone un fracaso para la humanidad», añadió.