Discriminación y pobreza son las situaciones que padecen los cristianos en Pakistán, confirma monseñor Lawrence John Saldanha, Arzobispo católico de Lahore y presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán. Monseñor Saldanha acudió a Nueva Delhi (India) hace una semana y habló de la situación de la Iglesia en Pakistán al secretario ejecutivo de la Comisión de Comunicaciones Sociales de la Conferencia de los Obispos Católicos de la India (CBCI), el padre Henry D’Souza.
«Pobres, aislados y discriminados», pero «firmes en la fe»: es la descripción de los cristianos en tierras pakistaníes, según trazó el prelado de Lahore. Los cristianos en Pakistán, que forman una pequeña comunidad, «están orgullosos de su fe y quieren continuar con su fe», añadió, según cita la CBCI. Explicó el arzobispo de Lahore que la comunidad cristiana pakistaní en su mayor parte pertenece a la clase media-baja de la sociedad, y carece de suficiente instrucción.
De los 165 millones de habitantes de Pakistán, el 97% es musulmán (sunní en su mayor parte y chií el 20%). Los cristianos representan el 2,5% de la población, de los que 1,2 millones son católicos. «Debido a la pobreza, se retira a los niños de las escuelas y se les pone a trabajar para añadir ingresos familiares», lamentó.
Y ciertamente la comunidad cristiana de Pakistán padece también aislamiento: «Existen barreras sociales y no se da a los cristianos igual dignidad, más bien sufren discriminación», confirmó el presidente del episcopado pakistaní. Además, «debido a los conflictos políticos en Oriente Medio, se identifica a los cristianos con occidente, cosa que lleva a ataques en nuestras iglesias e instituciones», añadió.
Responsables de la discriminación, sobre todo contra la mujer y las minorías religiosas, son «el extremismo religioso y más específicamente las ordenanzas Hudud», puntualizó. Las ordenanzas Hudud están inspiradas en el Corán y sancionan los comportamientos considerados incompatibles con el islam.
Pakistán también sigue registrando abusos en la utilización de la llamada «ley de la blasfemia», que sanciona ofensas al Corán o al nombre de Mahoma, a pesar de que en 2004 el Parlamento aprobó una ley dirigida a reducir su alcance. Y es que la norma se usa para venganzas de adversarios políticos o enemigos personales por parte de musulmanes integristas o para venganzas privadas.
Según las recientes declaraciones del arzobispo de Lahore, de los 800 casos registrados por acusación de blasfemia, la mitad son contra musulmanes; el 13% contra cristianos, unas cifras desproporcionadas para la composición sociológica del país.
«La ley de la blasfemia pende como una espada de Damocles y cuando se registra un caso frecuentemente los extremistas religiosos castigan al acusado, incluso antes de que sea probado culpable», recuerda monseñor Saldanha. El purpurado subraya que es la inseguridad y el aislamiento lo que ocasiona que los cristianos pakistaníes, en cuanto tienen una oportunidad, intenten dejar el país.
Por su parte, «los líderes eclesiales procuran promover el diálogo interreligioso», apunta.
Con todo, se muestra optimista por el futuro: «La situación cambia a mejor. El año pasado ha habido relativa paz y armonía. El gobierno pakistaní intenta suprimir la imagen de Estado intolerante, promoviendo el diálogo interreligioso brindando una imagen más suave», comentó.