La Santa Sede ha llevado hasta el Consejo de Derechos Humanos de la ONU su "preocupación" por el aumento de la "intolerancia contra los cristianos" en el mundo en general y en Occidente en particular. Después de semanas de críticas, la Iglesia contraataca. "No toleraremos que el Papa sea ofendido y tomado a broma por los medios y los políticos", dijo ayer el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), quien acusó a algunos países europeos y organismos internacionales de hacer "análisis superficiales y juicios precipitados" en la polémica sobre los preservativos.
La Iglesia se siente marginada por el "laicismo agresivo" de algunos países europeos. Lo dijo el observador vaticano ante la ONU, Silvano M. Tomasi, ante la X Sesión Ordinaria del Consejo sobre los Derechos Humanos, reunida en Ginebra la semana pasada. "Algunos países", declaró, "que previamente se habían comprometido a una relación equilibrada y saludable entre la Iglesia y el Estado, están revistiéndose cada vez más de una política secularista con objeto de reducir el papel de la religión en la vida pública".
El representante vaticano aludió al encuentro de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, el 4 de marzo en Viena (Austria), en el que "se constató la creciente intolerancia contra los cristianos, no sólo en los países donde son minoría, sino también en Europa".
Tomasi pide a los Estados que "examinen su propia legislación" para ver si están aplicando "el principio universal de la libertad religiosa, intrínsecamente relacionado con el derecho a la libertad de expresión". "Cuando los seguidores de las religiones no tienen derecho a expresar su opinión, la libertad de religión no está garantizada", dijo Tomasi.
Más concreto, el cardenal Angelo Bagnasco salió ayer al paso de los medios y políticos que, "en Italia y sobre todo en el extranjero" han disentido de las palabras de Benedicto XVI. Hablando ante la CEI, calificó esos "ataques" de "infundados".
Sobre el perdón papal a los obispos lefebvrianos, entre ellos al prelado británico que negó el Holocausto, Richard Williamson, el cardenal cree que la controversia "se prolongó más allá de todo buen sentido" por "un esfuerzo de crítica" contra el Papa. Pero Ratzinger, añadió Bagnasco, ha mostrado en su carta a los obispos "el candor de quien no tiene nada que esconder". Por tanto, a los prelados y sacerdotes que se unieron a esas críticas, les exige que "no se perpetúen lecturas encaminadas a hacer decir al Papa lo que no dice".
En la discusión de los preservativos, "las palabras del Papa fueron instrumentalizadas", afirma Bagnasco, y "más allá del libre disenso", se ha buscado dejar al Papa "en el ostracismo". Pero, advierte, "la irrisión y la vulgaridad no podrán nunca formar parte del lenguaje civilizado, y fatalmente se vuelven contra quienes las practican".
La tercera muestra de manipulación es el caso Englaro, la mujer en coma irreversible a la que le fue retirada la alimentación. Una lucha entre quienes ven "la vida como el don más grande de Dios y quien piensa que la existencia es sólo fruto de un evolucionismo casual", según Bagnasco, que lamenta esta operación para "afirmar un derecho de libertad tan inédito como escalofriante, el derecho a morir".
Fuente: El País, Madrid 24 de marzo de 2009
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