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Muere el arzobispo iraquí secuestrado

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El arzobispo de la Iglesia caldea católica de Irak secuestrado a fines de febrero, Paulos Faraj Raho, apareció ayer muerto en las cercanías de Mosul, según confirmaron varias fuentes. Su cadáver se encontró excavando en un lugar siguiendo las indicaciones de una llamada anónima. Al parecer el arzobispo de Mosul murió por causas naturales, probablemente por el agravamiento en su cautiverio de una enfermedad que padecía en el momento del secuestro. Nadie ha reivindicado aún su secuestro, pero todo apunta a uno de los muchos grupos radicales suníes cercanos a Al Qaida que actúan en esa región.

Nada más conocerse la noticia, el Papa -que había pedido al menos en dos ocasiones la liberación de monseñor Raho- expresó su «profunda tristeza» por la muerte del prelado, y lamentó ese acto de «violencia absurda e injustificada».

Sacerdotes caldeos
Sacerdotes caldeos

Paulos Faraj Raho fue secuestrado por un grupo de desconocidos al terminar de celebrar misa el pasado 29 de febrero. Los captores asesinaron a su chófer y a sus dos guardaespaldas, y hasta ayer se desconocía si su objetivo consistía en solicitar un rescate.

La muerte durante su secuestro del arzobispo de Mosul, una ciudad de mayoría musulmana suní, es el golpe más duro sufrido por la atormentada minoría cristiana de Irak, una de las más importantes y antiguas de la Iglesia Católica en Oriente Medio.

Respetada por el régimen de Sadam Husein, la minoría cristiana, compuesta por cerca de un millón de fieles en el momento de la caída del régimen, un 3 por ciento de la población, es objeto de constantes ataques por parte de los radicales musulmanes, tanto suníes como chiíes. La propaganda islamista identifica a los cristianos iraquíes con la «cruzada» que supuestamente lleva a cabo Estados Unidos en el país, y las iglesias y negocios llevados por sus fieles son objeto constante de ataques. El resultado es una lenta pero constante emigración de cristianos iraquíes al extranjero o al norte del país, controlado por los kurdos.

Además de la quema de iglesias -seis fueron atacadas a principios de enero en Bagdad, Kirkuk y Mosul-, los islamistas no han dudado en atentar contra la vida de sacerdotes caldeos, aunque nunca hasta ahora apuntaron a la jerarquía de la Iglesia Católica.

El objetivo de esta estrategia, según la denuncia de la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada, es crear pánico entre la población cristiana para forzarla a emigrar y crear un Irak exclusivamente musulmán. La situación de persecución religiosa es particularmente angustiosa entre la población cristiana de Mosul, tal como denunció el propio arzobispo Raho en unas declaraciones realizadas el pasado mes de noviembre a la agencia AsiaNews.

Noticia relacionada: Secuestrado un Arzobispo católico en Iraq.

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